Comparto las diapositivas que se vieron en clase. Gracias por su atención.
sábado, 22 de marzo de 2025
martes, 18 de marzo de 2025
EL IDEALISMO DE BERKELEY
Dejo las diapositivas que se trabajaron en clase. Que les sean de utilidad. Gracias por su atención.
martes, 11 de marzo de 2025
EMPIRISMO Y RACIONALISMO
EMPIRISMO Y RACIONALISMO
Dentro de la filosofía existen dos corrientes antagónicas que intentan explicar el origen y la naturaleza del conocimiento humano: el empirismo y racionalismo. La primera perspectiva defiende que la experiencia y la evidencia son la principal fuente de conocimiento; mientras que la segunda enfatiza en el papel de la razón y el intelecto.
Ambas corrientes han predominado en la epistemología (rama de la filosofía que estudia el conocimiento) y muchos filósofos de renombre han fijado posición con una o con otra. A continuación, veremos en qué consisten, en qué se diferencian y cuáles son las bondades y debilidades que nos ofrece cada una.
Empirismo y racionalismo: ¿en qué consisten?
Antes de definir cada una es importante tener en cuenta que dentro de ambas posturas existen diversas teorías y exponentes, cuyas ideas sobre la adquisición del conocimiento y la comprensión de la realidad no son exactamente iguales.
Por ejemplo, el racionalismo de Descartes no es el mismo que el de Spinoza o el de Leibniz; así como el empirismo de Hume no es el mismo que el de Berkeley. Sin embargo, aunque haya diferencias de ideas dentro de la misma corriente, las teorías mantienen principios en común que permiten clasificarlas como empiristas o racionalistas.
Empirismo
El empirismo es la corriente filosófica que defiende que la experiencia y la evidencia (especialmente la percepción sensorial) son la principal fuente en la formación de ideas y la adquisición del conocimiento.
Por tanto, asume que la mente humana nace siendo una tabula rasa, que va llenándose de conocimientos a medida que se relaciona con su entorno y tiene experiencias de la realidad. Los empiristas modernos más influyentes fueron John Locke, George Berkeley, David Hume y Francis Bacon.
Racionalismo
Por su parte, el racionalismo defiende que la razón y el intelecto humano son la principal vía de conocimiento. Afirma que la información adquirida a través de los sentidos (experiencia) siempre es engañosa.
Asimismo, postula que el ser humano viene al mundo con ideas y verdades innatas (puestas por Dios o la divinidad), las cuales se conocen a través de la razón y no por la experiencia.
El máximo exponente del racionalismo fue René Descartes, quien creó un método racional para acceder a la verdad. Además, le otorgó suma importancia a las matemáticas y a la geometría, al considerarlas como ideal de todas las ciencias y de la filosofía, dada su exactitud.
Entre los racionalistas modernos más influyentes también se encuentran Christian Wolff, Baruch Spinoza y Gottfried Leibniz.
Empirismo versus racionalismo
Ahora veamos cuáles son las principales diferencias entre empirismo y racionalismo:
El empirismo basa el conocimiento verdadero en la experiencia y la evidencia, mientras que el racionalismo lo hace en la razón y el entendimiento.
El racionalismo está relacionado con los procesos mentales y los principios de organización. En cambio, el empirismo se asocia a la experiencia sensorial y a los principios de asociación.
El racionalismo defiende que existen ideas innatas que nos revelan la verdad (por ejemplo, las matemáticas), mientras que el empirismo afirma que la mente humana viene al mundo como una tabula rasa.
Para los racionalistas, la capacidad del ser humano para conocer las verdades es ilimitada, pues la razón ya posee todas las verdades y el sujeto solo tiene que descubrirlas. En cambio, los empiristas asumen que la capacidad para conocer es limitada, precisamente por los límites del entendimiento humano.
En el racionalismo, el método que prima para acceder a la verdad es el deductivo, que va desde lo general a lo particular. Mientras que en el empirismo, el método que predomina es el inductivo, generando conclusiones generales a partir de casos particulares.
Las matemáticas son consideradas el paradigma del conocimiento racionalista. La ciencia experimental es el paradigma del empirismo.
El racionalismo suele asociarse a la teoría, mientras que el empirismo se asocia al experimento.
Ventajas y desventajas del empirismo
Como toda corriente filosófica, el empirismo tiene sus bondades y sus debilidades. Una de sus fortalezas es que, en circunstancias normales, la experimentación es el método más fiable para demostrar si un fenómeno se repite. Por lo tanto, determinar si su ocurrencia se debe a ciertas leyes o si sucedió por azar.
Sin embargo, la principal debilidad del empirismo es que la percepción humana no es universal. Es decir, lo que una persona percibe como verdad puede ser falso para otra.
Por ejemplo, para alguien un objeto puede ser rojo, pero para otro que sufre daltonismo el mismo objeto puede ser verde. ¿Esto implica que, dentro de un marco perceptual diferente, el estatus de realidad de las cosas puede cambiar?
Asimismo, la percepción humana puede verse afectada por factores externos. Por ejemplo, el mismo experimento en diferentes condiciones da resultados diferentes, sin que el investigador sea consciente de ello.
Ventajas y desventajas del racionalismo
Por su parte, una de las mayores fortalezas del racionalismo es su capacidad para identificar los principios generales preexistentes detrás de cada fenómeno. Estos son independientes de la percepción y del conocimiento individual. Por ejemplo, la ley de gravedad.
Sin embargo, la gran debilidad del racionalismo es la tendencia de la razón a generar conceptos humanos erróneos. Si esto no fuera así, los científicos no recurrirían a experimentos para corroborar sus hipótesis.
Empirismo y racionalismo: ¿se pueden complementar?
El empirismo y el racionalismo son dos posturas que se pueden complementar, de manera que cada una disminuya las fallas de la otra. De hecho, hubo filósofos como Immanuel Kant, que han reconciliado ambas corrientes en sus teorías, afirmando que tanto la experiencia sensorial como el razonamiento son necesarias para conocer el mundo.
Hoy en día, todas las ciencias utilizan tanto la experimentación como el entendimiento para poder comprobar verdades y establecer leyes. Por lo que ambas resultan piezas claves para la adquisición del conocimiento verdadero.
domingo, 9 de marzo de 2025
EL DUALISMO ANTROPOLÓGICO DE PLATÓN
Comparto las diapositivas que se vieron en clase. Que les sean de utilidad. Gracias por su atención.
domingo, 2 de marzo de 2025
SOY UN CUERPO, TENGO UN CUERPO
SOY UN CUERPO. TENGO UN CUERPO
Fernando Savater
¿Soy un cuerpo o tengo un cuerpo? Probablemente Descartes, que suponía que el alma es un espíritu y el cuerpo una especie de máquina (según él, los animales -que no tienen alma- son meras máquinas... ¡que ni siquiera pueden experimentar dolor o placer!), respondería que yo -el espíritu- tengo un cuerpo y me las arreglo con él lo mejor que puedo. Según cierta visión popular, estamos dentro de nuestro cuerpo al modo de fantasmas encerrados en una especie de robots a los que debemos dirigir y mover. Incluso hay místicos que piensan que el cuerpo es casi tan malo como una cárcel y que sin él nos moveríamos con mucha mayor ligereza. En la antigua Grecia, los órficos -seguidores de una antiquísima religión mitológica- hacían un tenebroso juego de palabras: soma (el cuerpo) = sema (el sepulcro). ¡El alma está encerrada en un zombi, en un cadáver viviente! De modo que la muerte definitiva del cuerpo, que deja volar libremente el alma (la palabra griega para alma, psiké, significa también «mariposa»), es una auténtica liberación.
Pero ¿creemos en realidad estar subidos en nuestro cuerpo y al volante, como quien pilota un vehículo? Si es así, ¿dónde nos ubicamos, en qué parte del cuerpo? Descartes habló de la glándula pineal, pero la mayoría de la gente no sabe dónde está ese cachivache. Cuando decimos «yo» solemos señalarnos en el pecho, más o menos a la altura del corazón. Si reflexionamos un poco más, quizá lleguemos a la conclusión de que estamos en nuestra cabeza, en un punto situado en el cruce de la línea que puede trazarse entre los dos ojos y la que va desde una oreja hasta la otra. No conozco a nadie que esté convencido de habitar en el dedo gordo de su pie izquierdo, por ejemplo. Por lo común, quienes creen tener un cuerpo y estar dentro de él se refieren a un «dentro» que no es el interior del saco corporal, lleno de órganos, venas y músculos, sino a una interioridad diferente, que está en todas partes del cuerpo y en ninguna, de la que sólo el cerebro podría aspirar a ser la sede privilegiada. Además, si no soy mi cuerpo, ¿de dónde he venido para llegar finalmente a parar dentro de él?
En cambio, hay quien cree que no tenemos, sino que somos nuestro cuerpo. Aristóteles pensaba que el alma es la forma del cuerpo, entendiendo por «forma» no la figura externa sino el principio vital que nos hace existir. Y la neurobiología actual piensa casi unánimemente que los fenómenos mentales de nuestra conciencia están producidos por nuestro sistema nervioso, cuyo centro operativo es el cerebro. De modo que cuando hablamos del «alma» o del «espíritu» nos estamos refiriendo a uno de los efectos del funcionamiento corporal, lo mismo que cuando hablamos de la luz que esparce una bombilla nos referimos a un efecto producido por la bombilla y que cesa cuando ésta se apaga... o se funde. Resultaría ingenuo creer que la luz está dentro de la bombilla como algo distinto y separado de ésta, y aún más preguntarnos adonde se va la luz cuando la bombilla se apaga. Pero también parece evidente que la luz de la bombilla aporta algo a la bombilla misma y tiene propiedades distintas a ella: no hay luz sin bombilla, pero la luz no es lo mismo que el cristal de la bombilla, ni su filamento eléctrico, ni el cordón que la une con el enchufe de la corriente general, etc. Sería injusto, por lo menos, decir que la luz no es más que la bombilla o la central eléctrica que la alimenta.
Del mismo modo, aunque el pensamiento es producido por el cerebro tampoco es sin más idéntico al cerebro. A esta actitud de asegurar que algo -la luz, la mente...- «no es más que» la bombilla o el cerebro suele llamársele reduccionismo. Algunos reduccionistas estarían de acuerdo en aceptar que la mente (luz) es un estado del cerebro (bombilla), esto es, lo primero es un «modo» en que está lo segundo. Con todo parecen simplificar demasiado una realidad más compleja.
En una novela del escritor inglés Aldous Huxiey podemos leer este párrafo: «El aire en vibración había sacudido la membrana tympani de lord Edward; la cadena de huesecillos -martillo, yunque y estribo- se puso en movimiento de modo que agitara la membrana de la ventana ovalada y levantara una tempestad infinitesimal en el fluido del laberinto. Los extremos filamentosos del nervio auditivo temblaron como algas en un mar picado; un gran número de milagros oscuros se efectuaron en el cerebro y lord Edward murmuró extáticamente: ¡Bach!» Sin duda lord Edward percibió la música gracias a los mecanismos de su oído y a las terminaciones nerviosas de su cerebro; si hubiera sido sordo o le hubieran extirpado determinadas zonas de la corteza cerebral, en vano se habría esforzado la orquesta por agradarle. Pero el goce mismo de la música que estaba oyendo, su capacidad de apreciarla y de identificar a su autor, el significado vital que todo ello encerraba para el oyente no puede reducirse al simple mecanismo auditivo y cerebral. No se hubiera dado sin él, no existiría sin él, pero no se reduce meramente a él. Tal como la luz producida por la bombilla no es lo mismo que la bombilla, el disfrute musical de Bach no es lo mismo que el sistema corporal que capta los sonidos, aunque no se daría sin tal base material.
A veces lo producido tiene cualidades distintas que emergen a partir de aquello que lo produce. Por eso Lucrecio, el gran materialista de la antigüedad romana, aun estando convencido de que somos un conjunto de átomos configurados de tal o cual manera, señala que los átomos no pueden reírse o pensar, mientras que nosotros sí. Somos un conjunto formado por átomos materiales, pero ese conjunto tiene propiedades de las que los átomos mismos carecen. Somos nuestro cuerpo, no podemos reír ni pensar sin él, pero la risa y el pensamiento tienen dimensiones añadidas (¿espirituales?) que no lograremos entender por completo sin ir más allá de las explicaciones meramente fisiológicas que dan cuenta de su imprescindible fundamento material.
-
Observemos el siguiente video sobre los valores: Contesta el siguiente cuestionario: 1. ¿Por qué se dice que los valores son...
-
FILOSOFÍA BLOQUE I: DEL PENSAMIENTO PREFILOSÓFICO A LA FILOSOFÍA CLÁSICA Pensamiento prefilosófico Mito, magia y religión Culturas precedent...
-
Entrevista al filósofo surcoreano Byung-Chul Han, realizada por la revista alemana ZEIT Wissen . La versión completa de esta entrevista pued...