En clase leímos el siguiente texto extraído del libro "Más Platón y menos Prozac". Lo publico en el blog por cualquier cosa que se ofrezca. Del mismo modo dejo el cuestionario que se contestó en clase.
¿QUÉ ES EL BIEN?
Lou Marinoff
Tanto la ciencia como la religión contienen porciones de verdad moral, aunque uno no suscriba sus programas al completo. Ahora bien, si éstas no le satisfacen, la filosofía laica le ofrece otro medio de aproximarse a la moralidad y a la ética. «¿Qué es el bien?» tal vez sea la pregunta más antigua de la filosofía. La filosofía occidental propone como mínimo tres formas principales de pensar sobre la respuesta: el naturalismo, el antinaturalismo y la ética de la virtud. Cada una de ellas se presenta en distintas variedades.
El primer naturalista fue Platón. Fundó la tradición idealista, que sostiene la existencia de una Forma universal, que es la Bondad. Para Platón, una Forma es una idea, no una cosa material, aunque no por ello menos real. Separa el mundo de las apariencias (las cosas concretas tal como las percibimos) del mundo de las ideas o Formas. Todas las cosas de la Tierra son copias de Formas, y mientras que las Formas en sí son perfectas (es decir, ideales), las copias son forzosamente defectuosas. Según Platón y sus seguidores, existe un ideal de Bondad. Para convertirnos en seres morales, nuestra tarea consiste en copiar el ideal tan bien como podamos. A medida que el tiempo pasa y vamos adquiriendo conocimientos, deberíamos ser capaces de hacer copias cada vez mejores, con lo cual nos iríamos acercando al ideal de Bondad. En el reino de las ideas, la Bondad desempeña la función del Sol: su radiación ilumina a todas las demás Ideas.
Platón, sin embargo, dice no poder dar una definición concreta de la Bondad. Cree que la mente puede percibir su esencia, pese a no ser capaz de expresarla con palabras. Este postulado deviene circular (una buena persona es una persona llena de esta esencia indefinible), de modo que para subir a bordo tendrá que abrirse camino sirviéndose de un conocimiento intuitivo, más que explícito, de la Bondad.
Platón creía firmemente que la educación ética era indispensable para obtener un comportamiento moral. Hacía hincapié en que la capacidad de pensar con actitud crítica (en sus tiempos, esto aludía a la geometría euclidiana) era el requisito previo de todo razonamiento moral. Por consiguiente, se quedaría horrorizado con el método que seguimos para enseñar ética a los niños más pequeños, suponiendo que lo hagamos. Si Platón tuviera que juzgar el sistema educativo estadounidense contemporáneo en su conjunto, lo encontraría éticamente empobrecido y moralmente fallido.
Haríamos bien en seguir el consejo de Platón y sentar unos cimientos de pensamiento crítico y matemáticas antes de saltar a la ética. Como mínimo, deberíamos enseñar cómo se razona sobre la causa y el efecto. Si usted tiene hijos pequeños, deténgase a pensar cuántas veces al día se oye a sí mismo decir: «Eso no se hace», «Si eres una niña buena...», «¡Eso está mal!». De acuerdo, a un crío de dos años no va a largarle un discurso sobre el motivo de cada cosa, pero a medida que sus hijos vayan creciendo será preciso que les explique las razones y los ayude a desarrollar la capacidad de pensar moralmente sobre sus actos; de lo contrario, las normas que usted dicte no les parecerán más que una lista de reglas arbitrarias. En el colegio ya no se ocuparán de hacerlo por usted, y sin ello, sus hijos no serán capaces de conducirse con arreglo a la moral, requisito imprescindible para alcanzar la madurez personal y social. ¡Y además no le obedecerán!
En tanto que los sociobiólogos consideren que la ética emana de la naturaleza, también serán naturalistas, aunque no por ello tienen que estar de acuerdo con los planteamientos idealistas de Platón. También las religiones son naturalistas, puesto que atribuyen la Bondad a Dios, quien presuntamente nos la confiere a nosotros.
Otra gran escuela filosófica occidental de pensamiento sobre «¿Qué es el bien?» es el antinaturalismo, que también se presenta en distintas variedades. El antinaturalismo, en general, afirma que no hay nada en la naturaleza que sea bueno o malo. Es decir, lo moral y lo natural son cosas distintas. Hobbes, que era nominalista, era un gran defensor de esta escuela. Tal como hemos visto, los nominalistas sostienen que no hay valores universales, que bien y mal sólo son nombres que damos a las cosas. El bien y el mal no existen, nos diría’ Hobbes, sólo lo que gusta y desagrada a las personas. La moralidad, en la práctica, es limitada, personal y subjetiva. No hay dos personas que se muestren completamente de acuerdo en las reglas básicas, lo cual explica que entramos en conflicto con tanta facilidad.
G. E. Moore, otro destacado antinaturalista, creía que si bien hay muchas cosas que podemos medir con instrumentos, el Bien no se cuenta entre ellas. O mejor lo contrario, que el Bien no puede definirse ni analizarse. Cuando tratamos de valorarlo, caemos en la «falacia naturalista». Moore no reconoce ninguna esencia detectable de bondad. Nadie sabe decir qué significa el Bien, sostiene, y sin duda no es una mera cuestión de etiquetar cosas (para diferenciar su postura de la de Hobbes). Moore creía que hay actos correctos y erróneos, pero que éstos no se derivan de ninguna idea concreta del Bien.
Hume anticipó la línea de pensamiento de Moore. Sostenía que uno nunca puede «derivar el deber del ser», dando a entender que no se puede sacar ninguna conclusión lógica sobre lo que debe hacerse partiendo simplemente de lo que se ha hecho.
Por ejemplo, sólo porque X haga daño a Y no significa que X hiciera mal al perjudicar a Y. Sólo cabe considerarlo así mediante la premisa adicional de que hacer daño a otro está mal, pero en ese caso se habrá asumido, que no demostrado, un principio moral. Hume hacía hincapié en que, aunque emitamos juicios de valor, debemos reconocer que no son productos de hechos innegables.
Una tercera manera de pensar sobre el Bien es la llamada ética de la virtud de Aristóteles, que ya hemos visto en varios casos hasta ahora. La ética de la virtud sostiene que la bondad es resultado de las virtudes. Si inculcamos virtudes en las personas, éstas serán buenas. Este planteamiento también lo desarrollaron los confucionistas y muchos moralistas religiosos.
Dadas las limitaciones inherentes a todos los enfoques que hemos resumido más arriba, habrá visto que buena parte del trabajo que debe hacer ya está hecho, pero antes de que lo emprenda quisiera incluir dos perspectivas finales procedentes de la filosofía oriental. Usted ha llegado hasta aquí en un intento por refinar su propia manera de pensar sobre lo que significa la bondad, y para acabar de embrollar el asunto ha visto un montón de teoría en muy poco tiempo. Mas he aquí una que podrá poner en práctica de inmediato: la doctrina del ahimsa, o del no daño. Se trata de uno de los dogmas principales de la filosofía hindú, tomada del jainismo, cuya práctica significa actuar asegurándose de no causar daño a los seres sensibles. Es, sin duda, una forma muy sencilla de medir el bien.
Lo bueno que usted sea será inversamente proporcional a la cantidad de daño que haga a los seres sensibles. Lo que perjudica a los demás es malo; lo que es malo perjudica a los demás. Lo que beneficia a los demás es bueno; lo que es bueno beneficia a los demás. Si ha prestado la debida atención, habrá reparado en que el ahimsa no atañe sólo a las demás personas, sino a todos los seres sensibles. La orientación men, el mensaje es que todo cuanto pensamos, decimos y hacemos comporta una serie de consecuencias. En la sociedad norteamericana contemporánea, actuamos con demasiada frecuencia como si no conociéramos esta clase de responsabilidad.
Si toda esta filosofía del no daño le ha llevado a preguntarse si está hecho de buena madera, observe que cuando tiene en cuenta el karma, el ahimsa supone un modo de velar por la propia conservación; de ahí el consejo del Dalai Lama de ser «sabiamente egoísta».
La filosofía china adopta un enfoque más práctico de la ética de la virtud para definir el Bien. Confucio lo hace de la forma más rígida. Sus principales preocupaciones son la tradición, la estructura, el deber, la familia, el gobierno y el mantenimiento del orden social. Para él, el Bien es, sencillamente, todo lo que sostiene y defiende estos valores.
En la doctrina de los opuestos, el Tao enseña que el bien en estado puro no existe. Laozi cree que sólo reconocemos el bien por comparación con el mal. Kant expresó esta idea de otra manera: si sólo hubiese una mano en el universo, ¿cómo sabríamos si era una mano izquierda o una derecha? Los conocidos remolinos del símbolo del yin-yang representan este concepto al contener un pequeño círculo del color opuesto dentro de los lados negro y blanco. Esto nos recuerda que el bien no es el contrario del mal, sino el complemento, y que todo contiene parte de su complementario. En tiempo de bonanza, asegúrese de alinearse con el bien y de evitar el mal. En tiempos malos, su tarea será hallar el camino hacia la luz en medio de la oscuridad.
A estas alturas probablemente ya se habrá dado cuenta de que aún no hemos contestado a la pregunta «¿Qué es el bien?». Esto se debe, como habrá visto, a que no existe una única respuesta. Y en función de a quién escuche uno, tal vez esta pregunta no se pueda responder, al menos de una forma explícita. Salvo si está dispuesto a suscribir de un modo incondicional uno de los conjuntos de directrices existentes, no existe un sistema ético universal que pueda utilizar para sacar una moral incontestable. No existen argumentos concluyentes a favor de ninguna teoría ética que excluyan a las demás. La noción del bien la formulan de forma distinta personas distintas. Sin embargo, esto no nos convierte en relativistas morales: pese a la diversidad de sistemas éticos, la mayor parte de la gente sigue creyendo que el asesinato, la violación y el robo (entre otras acciones) están mal.
Marinoff, Lou. Más Platón y menos Prozac. Punto de Lectura, España, 2001. Pp. 308 – 320.
Cuestionario
1. ¿Cuáles son las ideas de Platón con respecto a la Bondad?
2. ¿Qué dice Platón acerca del mundo de las ideas y del mundo real?
3. Para Platón, ¿cómo se logra que las personas sean buenas?
4. ¿En qué consiste la posición naturalista con respecto al problema del Bien?
5. ¿En qué consiste la posición antinaturalista?
6. ¿Cuáles son las ideas de Hobbes con respecto al bien y al mal?
7. ¿Cuáles son las ideas de G. E. Moore con respecto al bien?
8. ¿Qué ideas tiene Hume respecto a este mismo tema?
9. ¿En qué consiste la ética de la virtud de Aristóteles?
10. ¿Qué es la doctrina del ahimsa?
11. ¿Qué es el bien y qué es el mal para el ahimsa?
12. ¿Cuáles son los postulados de Laozi sobre el bien y el mal?
13. ¿Qué representa el yin-yang?
14, ¿A qué conclusiones llega el autor del texto (Lou Marinoff?