Theodor Seuss
Geisel fue un escritor y caricaturista estadounidense, conocido por sus libros
infantiles escritos bajo su seudónimo, Dr. Seuss. Escribió libros tan populares
como ¡Cómo el Grinch robó la Navidad!
(How The Grinch Stole Christmas), El
Lorax (The Lorax) y El gato en el
sombrero (The Cat in the Hat).
En La Batalla de la Mantequilla podemos
observar la historia de dos pueblos, los Yooks y los Zooks, que tienen “serias”
diferencias por algo tan “fundamental” como el hecho de poner la mantequilla en
el lugar correcto del pan. ¿Pero quién establece cuál es el lugar correcto?
Recordemos que la
moral es la serie de costumbres y comportamientos que un pueblo tiene y a
través de los cual se juzgan ciertos actos como correctos o incorrectos, como
buenos o malos. La moral es algo particular, en el sentido de que cada grupo
humano puede tener ciertas reglas y normas que regulan su conducta y que se han
transmitido de generación en generación. Por tal motivo, pueden existir tantas
morales como grupos.
En la historia de La Batalla de la Mantequilla tenemos dos
pueblos y, por lo tanto, dos morales. Simplificando las cosas, su valor
fundamental es el lado donde se unta la mantequilla: los Yooks lo hacen por la
parte de arriba y los Zooks por la de abajo. Veamos dos hechos: en primer
lugar, nosotros como espectadores de este “drama” vemos todo desde el punto de
vista de un Yook (el abuelo) y es a través de sus ojos que juzgamos a los
Zooks, del mismo modo, como su forma de untar la mantequilla es igual a la
nuestra existe, de momento, una cierta identificación con este grupo y podemos
suponer que los Zooks están equivocados o que su forma de untar es absurda.
Sin embargo,
conforme avanza la historia nos damos cuenta que los Zooks piensan exactamente
lo mismo de sus vecinos Yooks y que sus vidas parecen ser exactamente iguales a
excepción de ese detalle. ¿Qué pretende decirnos el doctor Seuss con todo esto?
Que a veces las diferencias entre los pueblos pueden ser tan pequeñas que no
deberíamos de darles importancia y, sin embargo, son las diferencias las que
nos hacen juzgar al otro como malvado.
Los valores son la
fuente de las normas. Es decir, si cierto tipo de comportamiento se considera
como el mejor, las normas deben de llevar a los individuos a que elijan esos comportamientos
que son el reflejo de dichos valores. Así, por ejemplo, el respeto (el valor)
lleva a normas como “debes cuidar lo que no es tuyo”, “prohibido robar”, “debes
respetar a tus mayores”, etc.
En La Batalla de la Mantequilla vemos que
su valor “la mantequilla en la parte de arriba” lleva a normas como “debes de
untar la mantequilla siempre por la parte de arriba y nunca por la de abajo”, “un
Yook honrado siempre unta la mantequilla por arriba”, “Por mi honor, juro
solemnemente untar la mantequilla por el lado de arriba”, además de pegar
carteles con esas normas, cantar himnos, etc. Y todo está bien dentro de su
sociedad pero ¿es necesario obligar a los que no piensan de ese modo? O, peor
aún, ¿a destruirlos? Y lo mismo se aplica a los Zooks que tampoco están tan
libre de culpa.
Su carrera
armamentística es el reflejo de “proteger” su propio mundo de maneras de pensar
diferentes. El doctor Seuss escribió este libro en plena Guerra Fría (1984) y
es a través de esta historia que critica la situación que se vivía en ese
momento entre los Estados Unidos y la URSS. Sin embargo, su mensaje trasciende
el tiempo y el espacio y nos hace ver cómo a veces no somos capaces de aceptar
al otro simplemente porque sus costumbres pueden ser ligeramente diferentes a
las nuestras.
El valor que Yooks
y Zooks le dan a la mantequilla y su lugar en el pan no debería estar por
encima de otros valores superiores como el respeto que un pueblo debe tener por
otro y por la paz que debe de existir entre las naciones. Por eso, como bien
dijo el Benemérito de las Américas, don Benito Juárez en su tal vez choteada
frase pero que no por eso deja de ser una gran verdad: “Entre los pueblos, como
entre las naciones, el respeto al derecho ajeno, es la paz”. La paz debería
estar antes que las diferencias a veces pequeñas y tan absurdas.
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